Don Nederhand

En septiembre de ese mismo año me tuve que desplazar a Apeldoorn (Holanda) y compartir 3 días con él en un lugar que a mucha gente le haría ilusión. La fábrica de Talens, la meca de los productos de Bellas Artes y ver cómo se fabrican.
Me acogió como a un hijo, no me dejó sólo ni un momento al igual que su mujer Fina, que es encantadora y su chaval Yuri. Una tarde me la pasé en su casa, una de esas casas típicas de construcción de principio de siglo Holandés. Allí se cena muy temprano y Fina preparó unos platos maravillosos. Bebimos vino español mientras hablábamos un poco de todo en ese precioso salón alargado lleno de ventanales que daban a la calle. El día era gris, de otoño. Don cogió la guitarra y sacó su vena de Gipsy King, tocó los bongos, traídos especialmente para él desde África, y con lo que me gusta a mi la percusión, pues claro...flipaba.
Don es un gran vividor, en el buen sentido de la palabra, sus años en Marruecos, su visión latina de la vida a pesar de ser de Amsterdam,...no lo hacen nada nórdico; siempre me dice que se quiere venir a vivir a Espáña, de donde es su mujer.
Don es un gran vividor, en el buen sentido de la palabra, sus años en Marruecos, su visión latina de la vida a pesar de ser de Amsterdam,...no lo hacen nada nórdico; siempre me dice que se quiere venir a vivir a Espáña, de donde es su mujer.
Tuve la suerte de estar en su estudio, muy cerquita de su casa. Se pasa allí días enteros, desconecta. Es un espacio cuadrado con mucha luz. Le encanta la espátula, sus paisajes tienen fuerza. Ahora hace retratos enormes en blanco y negro. Inquietantes. Un lugar especial, una residencia donde hay espacios para más artistas.
Allí conocí un personaje espectacular, no recuerdo el nombre, pero entrar en su estudio fue como un shock. Tenía maniquíes, trozos de esculturas tuneadas, una estética "Elvispresleyriana" con una visión de la vida apocalíptica. Hablaba de Madonna, de Britney Spears, de política, de fútbol, agarrado a un pincel grande y a una botella de licor. Era alto y con una melena blanca. Qué diferente es la gente Holandesa de la española.
Allí conocí un personaje espectacular, no recuerdo el nombre, pero entrar en su estudio fue como un shock. Tenía maniquíes, trozos de esculturas tuneadas, una estética "Elvispresleyriana" con una visión de la vida apocalíptica. Hablaba de Madonna, de Britney Spears, de política, de fútbol, agarrado a un pincel grande y a una botella de licor. Era alto y con una melena blanca. Qué diferente es la gente Holandesa de la española.
Holanda es un país avanzado en muchos aspectos. Ya me lo decía mi querido Gerardo Porto, que por cierto, su casa está en Hilversum, de camino entre Amsterdam y Apeldoorn. Cuando el tren paró en su pueblo pensé,..."vaya,...la vida es caprichosa".

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